La conducción negligente aflige al mundo entero. Algunos países advierten claramente, con cifras en la mano, el efecto letal que tiene en la juventud. Entre las acciones de prevención disponibles existe una en particular que gira en torno a la idea de compromiso familiar: padres y madres pueden y deben inducir conductas seguras y prudentes en sus hijos/as al volante.
Aquí presentamos un estudio que incluye recomendaciones perfectamente asimilables a la cultura vial de cualquier sociedad, aunque está centrada básicamente en las conductas de los varones: padres e hijos.
Artículo de Car & Travel, publicación del American Automobile Club. Abril de 2011.
Según el Centro Estadounidense de Control y Prevención de Enfermedades, los choques de tránsito son la principal causa de muerte del grupo de edad 16 a 19 años. En los Estados Unidos, anualmente más de 3.000 jóvenes mueren en las carreteras y otros 350.000 llegan a salas de emergencia con heridas derivadas de algún hecho vial.
Pero usted puede hacer mucho para evitar que su hijo se convierta en otra trágica estadística. Estos cuatro consejos le servirán para ayudar a su hijo a iniciar una vida de conductor prudente y seguro:
Sea usted el adulto:
Un estudio reciente patrocinado por la Fundación de Seguridad Vial del American Automobile Club muestra un claro vínculo entre el comportamiento de padres e hijos al volante. En general, los jóvenes que han tenido choques tenían muchas más probabilidades de tener padres también involucrados en hechos viales o multados repetidamente. “Esto sugiere que el comportamiento de los jóvenes al volante refleja el de los padres” infieren los investigadores. Por ello, la mejor manera de transmitir un mensaje es a través del ejemplo. Para ellos, los padres deben tener un comportamiento al volante irreprochable, abrochando sin excepción el cinturón de seguridad, manteniendo una distancia prudente con el auto que precede al propio y conservando la serenidad frente al volante. Y, por supuesto, no distrayéndose con teléfonos celulares, mensajes de texto o aparatos musicales.
Se puede aprender (y enseñar) en todo momento:
De hecho, las primeras lecciones de conducción de su hijo pueden comenzar mucho antes de que tome el volante. Al conducir cotidianamente llevándolo como pasajero, tómese el tiempo de explicarle qué está haciendo y porqué. Por ejemplo, utilice una autopista para ejemplificar la “regla de los tres segundos” a fin de mantener una distancia prudente con el auto de adelante, concretamente, cuando el auto que le precede pase un objeto estacionario, como una señal de tránsito o un poste de alumbrado, cuente “mil uno, mil dos, mil tres”. El guardabarros de delante de su vehículo no debería llegar al punto seleccionado antes de que termine de contar. O, al conducir en un día de lluvia, explique porqué comienza a frenar bastante antes de una curva o de llegar a la esquina, evitando golpes de volante. Le sorprenderá el interés con que su hijo lo escuchará.
Practicar, practicar, practicar
Si bien la legislación de Nueva York dispone que los jóvenes deben cumplimentar 50 horas de conducción supervisada, nosotros recomendamos 100 horas, para exponer a los conductores aprendices a una gran diversidad de situaciones y condiciones de tránsito. Lo ideal es comenzar en situaciones básicas, de bajo riesgo, y gradualmente pasar a otras más complejas, como la conducción en carretera o con mal tiempo. Antes de empezar, pase algunos minutos pasando revista con su hijo a las destrezas que va a ejercitar durante la sesión. Mantenga la calma y elogie los aspectos positivos en la conducción. Intente corregir errores con preguntas (¿Cuál es el límite de velocidad en este punto?) Haga pausas cada 20 minutos y discuta con el joven aciertos y errores.
Manténgase involucrado:
Esto es lo más importante. El hecho de que su hijo obtenga su permiso de conducir no significa que su trabajo como padre haya concluido. Tiene que seguir supervisando al joven conductor, acompañarlo como pasajero lo más frecuentemente posible y estipular reglas. Eso significa firmar un “contrato de conducción” con su hijo, en el que se especifiquen las reglas que tendrá que observar el joven para ejercer el privilegio de conducir y las consecuencias de violar dicho acuerdo. La idea general es que su hijo sea, durante muchos años, un conductor fiable, prudente y seguro para él mismo y para los demás.
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