Cuando pienso en un conductor temerario pienso en el homicida de mi hijo
Manuel Lischinsky. Hoy, 12 de noviembre, Manu hubiera cumplido 30 años. Murió a los 18,
evitando con un gesto de los brazos que el auto descontrolado que se les venía
encima atropellara también a su amigos. El joven que lo manejaba tenía 20 años y ya era un violento vial.
El conductor temerario no es un figura desconocida para mí. Salen pisando
el acelerador y quemando gomas, y se jactan haciendo “finitos” o sea rozando a sus
potenciales víctimas con total impunidad. Cuando clavan los frenos nunca es para
dejar pasar a un peatón, violan sitemáticamente la luz roja y la velocidad máxima.
Esos conductores no son estereotipos de ficción. Son personas reales que
combinan en distinto grado las transgresiones arriba mencionadas con el consumo
de alcohol y o de drogas. Son conocidas en su barrios y señaladas por los
vecinos que ya saben quiénes son los agresivos al volante de la cuadra. Habitualmente se
trata de varones, aunque también hay mujeres con esta conducta temeraria. En
todas las circunstancias se jactan de sus malas acciones inclusive frente a un
control de tránsito. La ley no es para ellos y se victimizan inmediatamente si
los detienen.
Todas las madres que hemos escuchado en ACTIVVAS nos han brindado testimonios
de dolor y desgarro por la ausencia de un mínimo gesto de arrepentimiento de
parte de los victimarios que se desculpabilizan aduciendo “un accidente”. Eso
mismo sucedió con el asesino de mi hijo y el único gesto de sus padres fue
exigirle al juzgado la devolución del auto, que obviamente fue denegada. Detrás
de cada conductor temerario, su familia o su entorno, está dispuesto a
borrar las huellas que lo incrimina.
Prevenir, es evitar. Por eso es imperioso tener una figura penal que les
impida continuar atropellando vidas. La justicia debe poder detenerlos antes de que
hieran, mutilen o maten. No basta con los controles policiales si no hay
sanciones directas y efectivas que los disuadan y los obliguen a vivir bajo el
imperio de la ley.
Por eso pedimos penas de cárcel para estos conductores que a lo mejor no
son asesinos, pero conducen como tales.