UN ACCIDENTE NO SIEMPRE ES UN ACCIDENTE... Conducir alcoholizado...NO ES UN ACCIDENTE...Violar la prioridad de paso peatonal...NO ES UN ACCIDENTE...Superar la velocidad permitida... NO ES UN ACCIDENTE...Violar la luz roja.... NO ES UN ACCIDENTE...Burlar las leyes de tránsito...NO ES UN ACCIDENTE...Un accidente CASI NUNCA es un accidente...



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Nuestra Asociación tiene como objetivo realizar acciones con prácticas sustentables que reduzcan la inseguridad vial y las violencias conexas a ella. Queremos motivar la toma de conciencia ciudadana e impulsar una agenda de prioridades en los órganos de decisión pública.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Cruzar una barrera en baja sin poner un pie en el freno: NO ES UN ACCIDENTE


La violencia vial envuelve a víctimas y victimarios en una tragedia que además de ser evitable, en la abrumadora mayoría de los casos, enfrenta a personas que podrían compartir o comparten muchos otros espacios de sociabilidad. En la jerga judicial se dice que el delito vial es un delito de “caballeros” (sic), de “gente honrada”. En efecto la idea que predomina todavía en nuestro país y que naturaliza la violencia vial, es justamente ésta, si se trata de “gente como uno” dicen los jueces, ¿por qué condenarlos con penas de cumplimiento efectivo, si no son personas asesinas?. Con este paradigma funciona el grueso de la justicia vial en la Argentina. Muy distinta es la mirada que han construido no sin esfuerzo y perseverancia los jueces y fiscales españoles. Dime cómo conduces y te diré cómo eres, advierte un refrán, que ahora es de uso común en España, país que hoy está a la vanguardia en materia de seguridad vial.

Y aquí está el quid. Si se trata de disolver culpas en la larga cadena de responsabilidades que todo homicidio culposo acredita, se alienta la ley del más fuerte en todo sentido. Si en cambio se trata de controlar y sancionar con eficacia, a quién usa la vía pública como un depredador, habrá paz y no sangre en la vía pública. En el primer caso, nunca habrá sistema preventivo, ni educativo, que alcance, en el segundo, la prevención y educación vial fortalecerán el círculo virtuoso de la seguridad vial que garantiza la convivencia en la calle. 
¿Tiene voluntad de control y sanción la CNRT?, ¿Tiene voluntad de control TBA?, ¿Tiene la UTA voluntad de garantizar los derechos de sus representados? ¿Algunas de estas tres instituciones se ocupa realmente de la seguridad vial? 
Las preguntas duelen y no se agotan, tampoco se agotan las lágrimas que lloran a nuestras víctimas viales.

Este artículo apareció en Revista Veintitres



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