-Ema Cibotti: Tengo el gusto de saludar a Guillermo
Álvarez, que está en Plottier, Neuquén. Él es un luchador, alguien que sabe
perfectamente lo que significa sufrir arrebatos en vida. ¿Cómo fue el hecho de
Marcos?
-Guillermo Álvarez: La muerte de
Marcos, el hecho, ocurre en 2009. Creo que fue el golpe más duro que nos pudo
haber ocurrido como familia. A partir de ese momento, tuvimos que aprender un
montón de cosas: a contener emociones, a
aprender a contener a la familia, a aprender el Código Penal, que era algo de
lo que nosotros no teníamos ni idea de lo que era. Creo que como todas las
familias que pasan por esta situación, después de ocurrido el hecho, la muerte,
pensamos que el responsable iba a ir preso. En ese momento, a las pocas horas,
nos enteramos de que teníamos a Marcos en un viaje sin regreso y a la persona
que lo había atropellado, en menos de 8 horas estaba en su casa disfrutando de
vuelta de su familia como si nada hubiese pasado. En ese momento, las cabezas
de todos nosotros eran una locura. Costaba –y cuesta al día de hoy- entender
por que tenemos en esta parte del Código Penal cosas tan vacías, tan
sinsentido. O sea, se pierde una vida y el homicida de tránsito sigue su vida
como si nada, sin ningún castigo.
-Ema Cibotti: Exactamente. Y sigue pasando.
-Guillermo Álvarez: Y va a
seguir pasado hasta que realmente se le ponga un freno a todo estoy y que
alguien tome la batuta y logre que las condenas sean efectivas, o que
mínimamente nos demuestren que valen algo nuestras vidas o las de los que se
fueron. Es una locura constante estar pensando y viendo la realidad que
vivimos.
-Ema Cibotti: ¿Por qué decidiste hacer esa marcha
caminando desde Neuquén hasta la ciudad de Buenos Aires cuando se cumplió un
año de la muerte de Marcos?
-Guillermo Álvarez: La Caminata
por la Vida salió de una cosa bastante lógica e ilógica a la vez, o sea, en ese
momento yo veía que toda mi familia estaba destruida, y que la persona que lo
había matado a Marcos seguía su vida normal. Así que fueron 6, 7 meses de una locura constante, o sea, era
pensar todos los días y ver que hacíamos o que hacía en lo personal par no
cometer una locura. En ese momento le dije a mi familia: “o camino o mato”. Esa
fue la forma de encontrar un poco de calma –aunque tampoco era tan así- a la
pérdida y a la destrucción que estábamos teniendo como familia, porque esto
marca muchas cosas y medianamente desmiembra a las familias a las que les pasa
este tipo de cosas.
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-Ema Cibotti: Entonces dijiste “o mato o camino”.
Perfecto. Y saliste a la ruta con apoyo, ¿o nada?
-Guillermo Álvarez: En un
principio, el único apoyo era el de mi familia. Muchos no creían que hiciéramos
más de 100 kilómetros. Pero bueno, salimos caminando el 22 de enero, que era la
fecha del cumpleaños de Marcos. Éramos tres: María, un muchacho amigo de la
familia, y yo. Y por cuestiones lógicas -ya que era pleno verano, mucho calor,
la verdad es que era una locura hacerlo- lamentablemente mi hermana y Gabriel,
el otro chico, tuvieron que abandonar a 70 – 80 kilómetros de Neuquén, con los
pies muy ampollados. Era sumar un sufrimiento más a los que ya llevábamos como
hermanos y como familia. Así que bueno, a partir de ahí, desde Villa Regina
hasta Choele Choel logré caminar. Ahí estuve dos días internado por
deshidratación. Es que sobre la ruta, en esta zona, había en los que caminaba
con temperaturas que estaban entre los 45º y 48º. Desde Villa Regina hacia
adelante hubo muchísimos familiares que se fueron sumando. Familiares que
tenían hechos trágicos, mucha gente que se iba enterado de la noticia y que iba
tratando de alivianarnos un poco el camino, que la verdad es que era bastante
duro. Fueron días de mucho sufrimiento, de muchas horas de caminar y caminar, y
había momentos en los que no se le encontraba el sentido hasta que empezó a
surgir el tema de la “Hiena” Barrios, empezaron a aparecer casos que hoy son
emblemáticos, y de alguna manera, había que llegar. La causa de Marcos se
estaba encontrando en el camino con casos fuertes, casos como los de familias
con la muerte de los dos hijos; el tío; una madre y una nena de dos años en
Choele, y así fui sumando casos hasta llegar a Luján, pero fueron días de
bastante locura. O sea, días en los que uno se quedaba sin agua en el camino,
que no sabía que hacer, si no tirar todo. Logramos llegar hasta Luján, en
muchos lugares nos ayudaron muchísimo. Desde Neuquén, mi familia, en especial
mi papá, que era el soporte telefónico; en gran parte Javier Soto Mellado, un abogado
que se sumó a nosotros, que hoy es amigo, era la persona que encubiertamente
nos ayudaba desde la parte de seguridad vial de Provincia, porque en ese
momento los familiares de víctimas nos querían lo mas más lejos posible de
todas las áreas políticas del gobierno. Caminamos 39 días.
-Ema Cibotti: ¡Dios mío! ¿Te robaron en un momento dado,
verdad?
-Guillermo Álvarez: Si, en
Bragado.
-Ema Cibotti: te robaron…
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-Guillermo Álvarez: En Luján,
tratamos de armar la última parte. Nosotros no sabíamos que no podíamos caminar
por la autopista. Bueno, ahí descubrimos la verdadera clase política que
teníamos en Neuquén con los diputados, los senadores nacionales, que en
realidad no tenían ninguna intención de atendernos, de nada. nosotros, 40 – 50
días antes les habíamos pasado una nota para que nos recibieran e algún momento
del 1º de marzo después de la apertura de las sesiones ordinarias, y estando en
Luján, a un día de llegar a Buenos Aires, nos informan de que nos iban a
recibir el 10 de marzo. A ver: nosotros, los familiares, tenemos distintas
partes en todo esto, pero los que luchamos por modificar esto tenemos un
manoseo demasiado importante de las dos patas: del Poder Judicial y del Poder
político.
-Ema Cibotti: Concuerdo plenamente con lo que decís.
-Guillermo Álvarez: Ahí en
Luján, bueno, traté de calmarme, de reorganizar toda la cabeza porque en el día
estaba solo, rodeado de un montón de gente que me acompañaba pero que no
entendía nada. Uno n lo personal tenía tanta locura en la cabeza que no sabía
que hacer, a quien darle la razón: unos me decían que fuera en el Citroën,
otros que fuera por Avenida Rivadavia y que siguiera por una calle, pero me
decían que no. Las malas noticias de los diputados…
-Ema Cibotti: que no lo iban a recibir inmediatamente…
-Guillermo Álvarez: Claro, mi
cabeza en ese momento era una locura infernal. Había días que no sabía que
hacer, y la única forma de descargarme era llorando. Hasta que decidí subirme
al Citroën, que fue la mejor opción, con Fabían, que es un muchacho que hace
campañas de prevención vial pero por Ruta 40, y cuando llegué al Senado, lo
hice solo, porque fue tan ilógica la situación… llegamos, me bajo, yo saco una
foto, y todavía faltaba un día –eso fue un domingo- para el 1º de marzo.
Después me encontré solo en la gran ciudad, o sea, del Senado adonde yo me iba
a alojar, un lugar que me habían conseguido como alojamiento, tenía más de 40
cuadras. O sea que tuve que caminar una hora y media más todavía. Pero bueno,
en lo personal, fui conociendo mucha gente de ambos lados, los buenos, los
malos, familiares que realmente saben que es lo que quieren y otros que también
lo saben pero que aprovechan para sacarle un rédito a toda esta situación.
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-Guillermo Álvarez: Era la única
forma también de que muchos se enteraran de que en Neuquén estaban pasando
cosas, igual que en todo el país, pero bastante más particulares. Jueces, como
el doctor Marcelo Muñoz, al que echaron de la Justicia hace pocos días, que
firmaba un papel hoy, al otro día cometía errores garrafales, desaparecía un
tacógrafo, hacía mal las pericias, que se cuestionaban así como al perito y
resulta que mandaba al mismo perito al lugar del hecho a tratar de salvar la
pericia que él mismo había firmado.
-Ema Cibotti: Pero bueno, creo que usted sumó más a favor
que en contra, ¿no?
-Guillermo Álvarez: En lo
personal, digamos que no me siento orgulloso de tener que estar en esta lucha
porque es bastante dura, compleja, duele mucho. El caso de Marcos creo que fue
uno de los más manoseados por la Justicia neuquina. Después de mucha lucha
logramos que al personaje éste le dieran 3 años de prisión en suspenso, que
donara un kilo de carne cada 6 meses y un kilo de leche. Incumplió gran parte de
la condena, cuando ya estaba al límite, porque la probation dice clarito que si
no hay cumplimiento, hay suspensión y juicio oral. Lamentablemente, en su
momento Muñoz manoseó la causa, el juez, doctor Piana la elevó a juicio pero le
dieron la probation; y la última jueza cuando llegó a la audiencia dijo “bueno,
a ver, persona así, sin abogado, que se presentó solo, dijo que lamentablemente
había tenido la pérdida de un sobrino en un hecho de tránsito y que hacía poco
que había fallecido la madre, así que esa era la condena que él tenía”. Y que
así daba por concluida su condena judicial. Y nada, asñi quedamos, todos
shockeados. Una parte se quedó llorando en Plottier, otros parados en la vereda
del juzgado…
-Ema Cibotti: ¿Qué pasó con el carnet de conducir de este
señor?
-Guillermo Álvarez: Nunca dejó
de manejar, o sea, nunca entregó el carnet. Cuando nosotros descubrimos que él
estaba manejando, que estaba haciendo una vida normal, que seguía manejando
otra Hilux, fuimos y descubrimos que en realidad, la probation es uno de los
mayores insultos que tenemos nosotros los familiares porque nadie controla,
nadie lleva algo claro.
-Ema Cibotti: Yo sé que usted armó una organización
civil, sin fines de lucro, que batalla por la seguridad vial…
-Guillermo Álvarez: En su
momento se formó la ONG “Marcos por la vida”. Hasta el año pasado veníamos
haciendo charlas en los colegios, charlas con los policías de tránsito, porque
siempre creímos que uno de los puntos centrales de todo esto es el minuto creo,
desde el momento en el que se empieza a investigar todo el hecho en si.
-Ema Cibotti: Le agradezco
muchísimo la comunicación, a ustedes, a su familia, a usted, Guillermo Álvarez,
un abrazo enorme.
Carlos M. Rosa para
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