Hasta los dos años, transportar a los bebés en el asiento trasero y mirando hacia atrás.

Este consejo fue difundido el lunes pasado por la Academia Estadounidense de Pediatría (American Academy of Pediatrics) y se basa en un estudio de la Universidad de Virginia de 2007, que llegó a la conclusión de que los niños menores de dos años tienen un 75 por ciento menos de posibilidades de sufrir heridas graves o fatales si van en el asiento trasero en asientos adaptados y mirando hacia atrás.

“Los bebés tienen la cabeza relativamente grande con respecto al resto del cuerpo, y los huesos del cuello son estructuralmente inmaduros,” dice el autor principal de la declaración, el Dr. Dennis R. Durbin, codirector científico del Centro de Investigaciones y Prevención de Heridas del Hospital de Niños de Filadelfia. “Si el niño mira hacia atrás, todo el cuerpo está más protegido por la estructura del asiento infantil en el que viaja. Cuando el asiento está colocado hacia adelante, quizá los hombros y el tronco del niño estén bien retenidos, pero en caso de choque violento, la cabeza y el cuello pueden ser propulsados bruscamente hacia adelante, con posibles consecuencias catastróficas”.

Esta nueva declaración de aplicación general aconseja también hacer viajar a niños de más edad en una silla elevada y, por supuesto con el cinturón de seguridad abrochado. Concretamente, hasta que alcancen 1,48 m de altura, es decir, hasta los 8/12 años de edad. Un asiento elevado permite colocar adecuadamente el cinturón de seguridad, es decir, la porción horizontal se ajusta perfectamente alrededor de las caderas y la pelvis, mientras que la parte transversal atraviesa el pecho y retiene el hombro opuesto a la cadera donde apoya el broche del cinturón.