UN ACCIDENTE NO SIEMPRE ES UN ACCIDENTE... Conducir alcoholizado...NO ES UN ACCIDENTE...Violar la prioridad de paso peatonal...NO ES UN ACCIDENTE...Superar la velocidad permitida... NO ES UN ACCIDENTE...Violar la luz roja.... NO ES UN ACCIDENTE...Burlar las leyes de tránsito...NO ES UN ACCIDENTE...Un accidente CASI NUNCA es un accidente...



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Nuestra Asociación tiene como objetivo realizar acciones con prácticas sustentables que reduzcan la inseguridad vial y las violencias conexas a ella. Queremos motivar la toma de conciencia ciudadana e impulsar una agenda de prioridades en los órganos de decisión pública.
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jueves, 1 de febrero de 2018

La equidad vial es una cuestión de salud y de justicia social porque los más vulnerados son los pobres.

Detrás de cada choque, atropello, embestida, vuelco, además de la impericia personal, de la negligencia individual y de la violencia al volante, también hay una línea que marca la diferencia de clases sociales. Los jóvenes son quienes más mueren o matan en las rutas o calles de nuestras ciudades, y lo sabemos por las estadísticas, que son al respecto universales. 
Sin embargo cuando se analizan las cifras, pocas veces se subraya el origen social de las víctimas, y claro esto no se visibiliza porque el paradigma de la "accidentalidad vial" no lo mira, pero cuando pensamos la seguridad vial como un derecho humano, entonces sí comienza a tener interés e importancia la cuestión de la equidad vial como cuestión de salud pública y de igualdad social. 

Con mucho gusto les presentamos un resumen de este excelente y reciente artículo de fondo del diario Le Monde. Compartimos las ideas que plantea aún cuando la realidad que analiza sea mucho mejor y menos desigual que la nuestra. La traducción a cargo de Hilda García. 


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Le Monde. Enero  2018.
Matthieu Grossetête

“Si para salvar vidas hay que ser impopular, entonces seré impopular”. Con esta temeraria afirmación el primer ministro francés Édouard Philippe anunció diversas medidas para luchar contra la mortalidad en las rutas, que aumenta sin cesar en Francia desde 2014. La más controvertida es la disminución de la velocidad máxima a 80 km en las rutas departamentales, donde se dan la mayoría de las muertes. En realidad, los poderes públicos tienen la costumbre de incriminar las conductas individuales: corresponde a cada uno la tarea de refrenar sus impulsos al volante, no beber, usar el cinturón de seguridad, respetar la velocidad máxima, etc. Nadie piensa que un acto tan personal como conducir un vehículo puede conectarse con el tema de las desigualdades sociales, y que el aumento del número de muertos pueda originarse en la precarización de las clases populares.
Con las vacaciones el tema de la seguridad vial se actualiza: el gobierno multiplica entonces los consejos, tales como no conducir rápido, descansar, usar el cinturón, etc. Pero al hacer foco en el comportamiento individual de los conductores se olvidan las causas profundas de la mortalidad en las rutas.
Frente a este fenómeno la actitud de los poderes públicos es apelar a la conciencia de cada ciudadano para lograr la disminución del número de víctimas. Sin embargo un siniestro vial obedece en la inmensa mayoría de los casos a regularidades estadísticas y es consecuencia previsible (independientemente de su carácter singular) de determinaciones colectivas. Es un hecho social que trasciende las reacciones voluntarias de los individuos.
Desde hace décadas los expertos de los sucesivos gobiernos en Francia focalizan el fenómeno de la mortalidad en el hecho de que en su mayoría se trata de víctimas jóvenes, a las que se atribuye el gusto por el riesgo y las altas velocidades. Pero la edad no altera en lo más mínimo el hecho de las diferencias sociales. El 38% de los muertos tenían menos de 30 años, pero esa cifra se elevaba al 50% en las clases obreras.
¿Quiere decir esto que los ejecutivos son más prudentes al volante? Obviamente no.
Los representantes de las clases humildes mueren muchas veces en episodios en los que no hay un tercero implicado. En otras palabras, es evidente que ellos no son peligrosos, sino que están en peligro. Son más vulnerables. Los implicados en homicidios en rutas provenientes del grupo de ejecutivos, profesionales o intelectuales siempre comparecen en juicio en mayor número que los de clases menos favorecidas. Esto se debe a que sus vehículos cuentan con sistemas de protección muy desarrollados (airbags, sistemas de frenos, cabinas reforzadas) que les permiten un alto porcentaje de sobrevida en relación a los demás. Muchos jueces establecen una correlación entre la riqueza de los inculpados, la potencia de sus vehículos y el sentimiento de omnipotencia que experimentan en el espacio público en detrimento de los usuarios más vulnerables (autos pequeños, ciclistas, peatones, etc). A pesar de esto, los implicados de clases más favorecidas tienen el beneficio de una cierta clemencia: frente al mismo costo humano y con circunstancias agravantes equivalentes, las personas pertenecientes a una clase humilde reciben una pena media de 6 meses de prisión efectiva, según indica la ley, es decir el doble de lo que en promedio reciben los ejecutivos, profesionales, industriales e intelectuales.
La mayor duración del tiempo de pena para los implicados de clases humildes se debe también a que en su mayoría son solteros. En efecto, los jueces son sensibles al hecho de que el acusado tenga una familia a cargo.
Más allá de la desigualdad en el nivel de seguridad de los vehículos, la mortalidad vial aparece como una inesperada consecuencia de la evolución de la urbanización y de la estratificación. Las clases populares quedan cada vez más relegadas con respecto a los lugares de trabajo, lo cual multiplica sus tiempos de desplazamiento, y por ende los riesgos a los que se exponen por permanecer más tiempo en el espacio público. Los usuarios más beneficiados son aquellos que viajan menos a sus lugares de trabajo, en vehículos más seguros o utilizando infraestructuras más desarrolladas, pagando un peaje por ejemplo.
Por todo esto el “accidente” será el resultado de la exposición desigual a los riesgos, que hace de los desfavorecidos un grupo especialmente vulnerable. La falta de estímulos, la soledad, la precarización que sufren en varios niveles de su vida hacen que los jóvenes de las clases humildes reduzcan su horizonte temporal y acentúen el imperativo del goce inmediato, ya que el futuro no está asegurado para ellos. Estas conductas aumentan el riesgo de vida en las rutas.
Muchos funcionarios franceses detectan con este estado de cosas, pero la jerarquía administrativa no escucha sus alertas. Ellos ven con claridad que quien se encuentra en una posición socioeconómica de vulnerabilidad es más propenso a convertirse en víctima. Y se quejan de que los poderes públicos no reconocen este problema. La ignorancia abona el status quo. Nuestra visión es original pero “políticamente incorrecta”, dicen. Según sus superiores, operar con el presupuesto del las “clases sociales” es un abordaje pasado de moda.
La visión del problema de la accidentología vial como un asunto de particulares es mucho más cómoda, y no implica una crítica a los poderosos actores de este tema: las grandes automotrices, los productores de alcohol, las aseguradoras o el Estado.
Además, contrariamente a la confrontación de las causas profundas, la estigmatización de los conductores irresponsables puede convertirse fácilmente en objeto de cálculo y de gobierno, ya que es muy propicia a la inmediatez de la mediatización y de la evaluación pública, y se inserta en la visión liberal del individualismo, en el que cada uno se hace cargo de lo que hace.
Un conocimiento real de las desigualdades viales tendría un alcance estratégico y permitiría orientar mejor las políticas públicas y evitar numerosos siniestros viales.
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domingo, 6 de marzo de 2016

ONDA DE IMPACTO. TODAS LAS VÍCTIMAS. NUEVA CAMPAÑA VIAL FRANCESA:




campaña francesa sobre el costo social de la violencia vial




Tema difícil de abordar cuando se trata de algo tan grave. Sin embargo, las imágenes de Bruno Aveillan (Quad) con fondo sonoro de Mirwais son magníficas. Se trata de la nueva campaña de Seguridad Vial de la agencia La chose. "La onda de impacto" alude al hecho de que, detrás de cada víctima vial hay víctimas en la vida. El objetivo es incitar al cambio de nuestros comportamientos de riesgo en la ruta, impulsando la toma de conciencia. Un accidente es una onda de impactos que influyen, y por largo tiempo, en la vida de nuestras familias, nuestros amigos y nuestros allegados.

El texto del afiche dice: Detrás de cada víctima en la ruta, hay víctimas en la vida. Todos estamos implicados, todos estamos afectados, todos somos responsables.

El texto del spot: Étienne tendrá un accidente. En algunos minutos morirá mientras los rescatistas intenten salvarlo.
Sophie va al encuentro de su novio, pero despertará en la cama de un hospital, con las piernas dormidas para siempre.
El padre de Étienne será el primero en saber que su hijo falleció. Nunca más se lo verá con una sonrisa. Su abuelo no podrá creer que ha muerto. Su mujer lleva en su seno un hijo que él no verá nunca.
El padre de Sophie hará lo imposible para que camine de nuevo, sin éxito. Su madre vivirá obsesionada por el recuerdo de sus primeros pasos. Su novio le pedirá que se casen, ella lo rechazará.

Detrás de cada víctima en la ruta, hay más víctimas en la vida. 
Seguridad vial. Todos estamos implicados, todos estamos afectados, todos somos responsables.

Traducción Hilda García para ACTIVVAS

lunes, 7 de septiembre de 2015

ADVERTENCIA FRANCESA: OTRA VEZ MUERTES EN LAS RUTAS Y NUEVAS CAMPAÑAS VIALES

MUY INTERESANTE ARTÍCULO EN LE MONDE
AYUDA A PENSAR CON INTELIGENCIA NUESTRA TAREA PARA FRENAR EL FLAGELO VIAL.



Le Monde, 29/8/2015. Artículo de Emeline Cazi
Los comportamientos se relajan

En julio de este año 260 personas perdieron la vida en las rutas francesas. 19,2% más que en 2014. La cantidad de motociclistas fallecidos es alarmante: 105 (57% más que el año pasado). ¿Cuántos de ellos abandonaron sus trabajos para apurar el regreso a casa y pasar una linda velada? Como el protagonista del film de Erick Zonca [Argumento: Un matrimonio está en el supermercado con sus dos hijos pequeños. La mujer se ocupa de controlar a los hijos y hacer las compras, mientras que su marido parece concentrarse solamente en su propio relato. Le cuenta que su día de trabajo fue muy duro, y que decidió irse, tomó la moto y condujo entre los autos. Hasta que encontró a un conductor imprudente que estaba detenido sin las luces de stop encendidas. En ese momento la familia llega al auto en el estacionamiento, lo carga con la compra, se sube... y uno de los hijos le señala a la madre que "otra vez" está sentada en el asiento del acompañante. Ella cae en la cuenta de su realidad: el asiento del conductor, donde debería ver a su marido, está vacío.]

Para el ministro del interior de Francia, B. Cazenave, este incremento de los 
hechos viales no se debe sólo al buen tiempo que incentiva la salida a las rutas, sino a que se evidencia un relajamiento del comportamiento de los conductores. Después de 10 años de baja continua, la curva de muertos en ruta subió este año en Francia un 3,8%. La tendencia se replica en toda Europa.

Algunos ven en este fenómeno un deseo de cuestionamiento a los discursos institucionales. "Hay gente que dice que limitar la velocidad a 80 Km/h en la red secundaria tendría consecuencias sobre la desocupación, porque los conductores perderían sus permisos de conducir, que así se aumentaría la contaminación y moriría mucha gente", ironiza Eric Zajdermann, responsable de una agencia de publicidad especializada en campañas viales en ruta.

La explicación más plausible es que la ruta ya no da miedo. Autos e infraestructura son cada vez más seguros. La baja del número de muertos alejó los temores. "En realidad, los buenos resultados se deben al esfuerzo constante de todos.", asegura Emmanuel Barbe, delegado interministerial de seguridad de la ruta. La gran dificultad del gobierno y de las agencias encargadas de las próximas campañas es encontrar una nueva historia para contar. Las 3000 muertes anuales no son una fatalidad: el 90% de los incidentes se originan en la desobediencia del código de la ruta.

El impacto de las campañas de concientización en Francia nunca fue evaluado. Se ven las películas, se escuchan y se retienen los mensajes. Incluso algunos de los slogans hoy forman parte del registro popular. Pero, una vez al volante ¿la gente modifica sus conductas?  

Está demostrado que los mensajes más eficaces son los que acompañan las grandes medidas. Las cifras son concluyentes: en junio de 1973, época en la que mueren en las rutas 18000 personas por año, el uso del cinturón en el auto y el casco para los vehículos de dos ruedas se hace obligatorio. Seis meses más tarde hay un 30% menos de muertos. En julio de 2002 J. Chirac declara de interés nacional la seguridad en las rutas. El exceso de velocidad es la primera causa de muerte al volante (8000 por año): se instalan radares automáticos, se decreta el fin de las indulgencias, y se reduce el margen de tolerancia para el exceso de velocidad extremo. Los resultados son espectaculares, en 2010 los muertos al volante en Francia descienden a 4000. 

Eric Zajdermann reconoce que la comunicación no es el principal vector del cambio de conductas. La educación y la política de sanción también  influyen en este resultado. El gobierno francés destina 12 millones de euros por año a las campañas preventivas, porque incluso si el temor a los controles vale más que mil cortometrajes duros, las campañas hacen audibles y aceptables las políticas de sanción.

A comienzos del siglo XXI los spots publicitarios tienden a la idea de que la ruta es peligrosa: se pasa de los cortos amables a los duros. En « Accidents I » , « Accidents II » , y « Accidents III » , los bomberos, rescatistas, médicos y víctimas son reales. A medida que la sensación de inseguridad en las rutas crece los franceses buscan respuestas. Entonces, como la opinión general ya era favorable, los poderes públicos pudieron al fin implementar una política de represión.

Este círculo virtuoso funcionó por más de 10 años. El permiso de conducir probatorio fue ampliamente aceptado, contrariamente a su predecesor, el premiso por puntos, que provocara en 1992 el rotundo rechazo de los conductores. En la actualidad los radares automáticos están integrados al paisaje.

Lo que está en discusión es la pertinencia o no de apuntar únicamente a las emociones, tendencia clara en los spots desde hace algunos años. Las asociaciones de familiares de víctimas militan por mensajes más cortos y pedagógicos. Sin embargo, según los voceros ministeriales, apuntar a los afectos permite acercar el mensaje a los más recalcitrantes, en especial los hombres jóvenes. Las neurociencias han sumado recientemente un nuevo apoyo a esta visión del gobierno francés: según ellas "informar para convencer y modificar conductas es algo limitado", ya que buena parte de las decisiones que tomamos en la vida cotidiana tienen un alto componente inconsciente. Y cuando las hacemos conscientes, interviene en ellas un gran porcentaje de irracionalidad. Estar convencido de la racionalidad de una acción no lleva irremediablemente a un cambio automático de las conductas.

Este mes se desarrolla una campaña de calcomanías para automóviles: "Hablar por celular al volante mata". Mensaje banal, pero que tiene la particularidad de llamar la atención del automovilista en el preciso momento en el que quiere realizar o recibir un llamado. Sensibilizar al entorno es la carta que juega ahora la seguridad vial. 

El actor y director Patrick Chesnais perdió a su hijo de 20 años en un siniestro vial: el conductor de automóvil, un joven amigo de su hijo, estaba alcoholizado y tomó una autopista en contramano. Cuando creó la Asociación Ferdinand, Chesnais prefería las imágenes de alto impacto a la emoción. Después cambió de punto de vista. "El impacto de mis cortos es difícil de ponderar, pero si una sola vida se ha salvado, ya tienen un sentido." En los cortos que produjo,Ivresse, deGuillaume Canet, Le Bon Vivantd’Olivier Nakache et Eric Toledano   y que muestran la vida detenida de repente, todo está sugerido, pero el resultado no es menos impactante.

Traducción de Hilda García.